Nuevo Consenso desde el año 2016 se establece Sepsis-3 que modifica los criterios sobre la base de nuevos paradigmas relacionados con un mejor entendimiento de los fenómenos genómicos que se suceden en respuesta a la infección e injuria celular, donde se define a la Sepsis como un síndrome clínico caracterizado por disfunción de órganos debido a una respuesta disregulada del huesped a la infección. Al mismo tiempo establece que Shock Séptico es un subgrupo de pacientes con mayor mortalidad y se caracteriza por hipotensión y necesidad de drogas vasoactivas para mantener la presión arterial media > 65 mmHg con una concentración de lactato > 2 mmol/l a pesar de una adecuada resucitación con fluidos (2). Esta nueva definición pone un marco de refinamiento a la misma desde un continum de SRIS, sepsis, sepsis grave y shock séptico tratando de guiar el manejo clínico y la investigación básica-traslacional al momento actual. En esta nueva definición se identifica la respuesta deletérea a la infección más específicamente y también desarrolla en el contexto, un ámbito de conocimiento poco estudiado de los mecanismos biológicos de la infección y la mejor evidencia clínica de la evolución (en termino de sobrevida) con avances de estudios soportados por las grandes bases de datos de todo el mundo y que están disponibles en diferentes organizaciones no gubernamentales como Alliance.org, etc. Estudios epidemiológicos sobre el manejo de la enfermedad sepsis sigue siendo un gran reto para los sistemas de salud a nivel mundial. En países desarrollados, más de 970,000 casos de sepsis son admitidos anualmente, y los números han ido en aumento año tras año (3). El número de hospitalizaciones en las últimas dos décadas se ha incrementado, tanto en los países desarrollados como también en nuestra región, la incidencia de sepsis crece un 8,7% anual (4). Además, esta patología representa más del 50% de las muertes hospitalarias (5) y la mortalidad aumenta dramáticamente a mayor severidad