Un espacio territorial dado, es la expresión de la concomitancia entre los componentes biofísicos junto con aquellos construidos por los seres humanos. La población que lo habita, junto a las actividades productivas y socio-culturales generadas por las comunidades, configuran los lugares a través del tiempo. Cada uno de los componentes en permanente interrelación se hallan en un constante cambio mediante un dinámico proceso que da lugar a particularidades o identidades únicas factibles de ser abordadas desde sus configuraciones territoriales. En este sentido, la perspectiva de análisis se enmarca en esos procesos territoriales, vale decir desde una concepción que lleva a considerar a la sociedad como portadora de bienes culturales en concomitancia con su entorno fisiológico. Por tanto, es la misma sociedad la que configura, construye, sella la impronta dando identidad a su territorio y sus territorialidades. A partir de esta concepción epistemológica, el territorio es entendido como síntesis de la acción antrópica en el devenir del tiempo, en interrelación permanente con el dinámico conjunto de relaciones entre los elementos físico – naturales y humanos que lo componen. Sin omitir, la influencia que ejercen de factores externos como la política, la economía y de la propia naturaleza. Esta última funciona con una dinámica propia muchas veces alterada por las acciones impuestas por la humanidad. El análisis de la configuración territorial de un sitio en un lugar y tiempo determinado, traza en su complejidad una transversalidad en diferentes escalas espaciales/jurídicos administrativas, y se circunscribe en diversos ámbitos que van de lo urbano a lo rural, y las posibles transiciones que surgen entre ambos espacios. Esta perspectiva y las unidades de estudio que emerjan de su análisis, son de interés para este grupo de investigación orientado a estudiar la configuración territorial de los sitios desde una perspectiva interdisciplinaria.